Ser mamá en un universo de “perfección”

Ser mamá es una de las realidades más imperfectas que conozco. Una cosa es la percepción de las mujeres antes de tener hijos y otra cosa es la realidad cuando te conviertes en mamá. Yo me considero una de esas mamás que disfruta de la realidad, se ríe y llora de las locuras propias de la maternidad. Mis días son un corre-corre constante y me cuestiono muchas veces si lo estoy haciendo bien. Con tantas responsabilidades y expectativas de la maternidad, la gran mayoría de las mamás sufrimos de un sentimiento constante de culpa. Muchas veces me siento “mala madre”, aunque mis hijas me elogien constantemente con la frase “you are the best mom ever” (eres la mejor mamá siempre). Y es que ese perfeccionismo maternal no me deja en paz nunca.

Me comparo constantemente con esas mamás que aparentan tener todo bajo control. Muero de ganas de verme como las mamás de la Televisión o las de las revistas cuando dejan los niños en el colegio, pero básicamente vivo en plan de sobrevivencia y de maquillarme en los semáforos cuando puedo. Esto mientras cantamos, repasamos las palabras de la semana o los logros de cada una.

Me gustaría gritar menos, jugar más y hacer loncheras 100% saludables. Esto sin mencionar lo mucho que quiero que las reglas se cumplan sin tener que pelear y poder ser mucho más relajada. Y puedo asegurar que no soy la única mamá que se siente vigilada y juzgada por no ser perfecta y no tener una vida impecable, honestamente no creo que existan este tipo de mamás pero la realidad que vemos en Social Media es otra.

Soy una mamá absolutamente dedicada a mis hijas. Vivo, respiro y me ingenio todo tipo de maromas para lograr hacerlo todo, pero es inevitable equivocarme. Cuando grito, qué por supuesto lo hago, me siento horrible y no hay nada que me gustaría más que poder devolver el tiempo y reaccionar mejor. Para lograr lo que necesito muchas veces les ofrezco dulces a mis hijas, no me siento mal con esto, y realmente me funciona. El iPad es una herramienta que me ayuda en momentos donde no me dan ni las manos, ni la cabeza. Y para terminar de medio describir mi maternidad “perfecta”, muchas veces compro comida rápida para evitarme la cocinada y poder sentarme a jugar con ellas.

Después de confesar mis locuras e imperfecciones, puedo asegurarles que todo lo que hago es con y para mis hijas. Y como una gallina sin cabeza, organizo calendarios y mi trabajo para no perderme nada de ellas. Mi motivación es el amor inmenso que siento por ellas y mi objetivo es pasar más tiempo de calidad y no de cantidad.

Siendo realistas, nunca sabremos el resultado de nuestra maternidad hasta que los niños crezcan, así que mientras tanto hago lo mejor que puedo. Las invito a que nos juzguemos menos y nos apoyemos más. #mamásfelicesniñosfelices