Encontrar el Balance como Mamás

Encontrar el balance al ser mamá es algo totalmente complicado, pero absolutamente tangible si tienes las herramientas para lograrlo. Hace varios meses sigo a Andrea Minski pues es mamá, esposa, presentadora, empresaria y es capas de hacer ejercicio y salir con sus amigas! Tiene muchas cualidades y una energía absolutamente hermosa, contagiosa y admirable.

Durante el evento de We All Grow Latina  pude conversar con ella en la suite de Aveeno y quiero invitarlas a escuchar sus consejos. Por que definitivamente hay que trabajar en nuestro balance, aprender a decir que no muchas veces y disfrutar el momento 🙌🏻 Además, sigan su blog Mujer Balance pues tiene tips que nos sirven a todas!

Me Convertí en “Esa Mamá”

Hoy más que nunca me siento un poco vulnerable ante mi imagen, no solo como mujer, sino como mamá. Y es que toda la vida me dije a mi misma que haría todo lo posible por no verme como una “mamá”. Pero como dicen por ahí “el que escupe para arriba, le cae en la cara”. Y hoy, mirándome en el espejo del carro mientras trataba de taparme las ojeras en el parqueadero del colegio de mis hijas, me vi. Y me vi cansada, con cara de loca, con más arrugas de las que creí tener y, aunque quería negármelo a mi misma, me vi con cara de “mamá”. Y no es que las mamás sean feas, ni locas, cuando digo “cara de mamá” me refiero a que se me nota que tengo hijos, aunque no este con ellos.

Así, en una mañana cualquiera, he decido compartir con ustedes lo fácil que perdí mi identidad al convertirme exclusivamente en mamá. Y aclaro, no me había sentido nunca así en los 7 años que llevo siendo mamá, pero hoy por primera vez siento que no soy yo.

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Amo ser mamá, pero también amo ser otras cosas. Me gusta verme bien, tener el pelo lindo, oler rico, vestirme bonita, ponerme tacones y usar carteras. Esa soy yo. Pero hoy en el espejo del carro vi unas ojeras que me llegan al cuello, unas arrugas que ya no se tapan ni con el pelo ni con el maquillaje. La ropa un poco descuadrada, sin tacones, solo flats para poder correr detrás de mis hijas. Ya no hay cartera, pues es más conveniente llevar todo en la pañalera de la bebé. Y lo que solía ser mi súper camioneta es ahora una minivan.

Creo que al convertirme en mamá de tres niñas he ido enloqueciendo poco a poco. Y no precisamente por culpa de ellas. Yo pasé del extremo de trabajar demasiado cuando nació Sabrina, mi segunda hija, a estar en la casa 24/7 desde que nació Micaela, mi tercera hija. Creo que ahí me desequilibre, pues el sentimiento de culpa de haber tenido que trabajar tanto cuando nació mi segunda hija me llevó a querer “recuperar todo el tiempo perdido” cuando nació la tercera.

Y sin poder encontrar un balance entre el mundo laboral y la maternidad, me fui perdiendo en la difícil tarea de ser solo mamá. En el momento que paré de trabajar y decidí tomarme un año para estar en mi casa y disfrutarme a mis hijas, no sabía la falta que me haría mi vida laboral. Sí, así mismo, lo confieso, creo que al perder esa parte de mi, he ido perdiendo gran parte de mi identidad.

Soy, y siempre he sido, una mamá presente. No me he perdido de nada, pero siempre había estado trabajando, produciendo, aprendiendo, corriendo, viviendo mis dos mundos paralelos y disfrutándolos mucho. Y aunque habían momentos de extremo cansancio y frustración, creo que tenía lo mejor de los dos mundos: mis hijas, que las disfrutaba y corría por estar con ellas, haciendo maromas para estar en sus cosas del colegio y demás; pero también tenía mi locura laboral, a mis colegas, a las amigas de la oficina, el cafecito en los corredores llenos de chismes y la fuerza de hacer magia en video para TV e internet.

Hoy, paso los días arreglando la casa, que por más que haga, siempre está sucia, pendiente de los pañales y las compotas, de las tareas y las presentaciones del colegio. Me convertí en productora de mi hogar. Me la paso haciendo calendarios y presupuestos de la casa como si tuviera que presentarlos en la junta semanal de la oficina. Ahora hacer un simple proyecto sobre el habitat para mi hija de 7 años se ha convertido en la mega producción de la semana. Y el evento más importante es el matrimonio de la Q y la U en la clase de mi hija de 4 años. Y así, sucesivamente mi vida se ha convertido en la vida de mis chiquitas.

Mientras sigo tratando de disimular las ojeras y las arrugas en mi minivan, sin que se noten mucho los 9 meses que llevo sin dormir una noche completa, llego a la conclusión de que para ser la mamá que quiero ser, necesito ser más yo.

Creo honestamente que soy mejor mamá, persona y mujer cuando puedo hacer el trabajo que me apasiona y logro alejarme un poco de la casa. Mi carrera, mis amigas y el resto de mi mundo son, al igual que mis hijas, fundamentales para mi felicidad.

Dicho esto, me quito el sombrero ante las stay at home moms y sobretodo las mamás que hacen home school, pues son unas verracas. Las admiro no solo por lo que hacen sino por el amor y la paciencia con la que lo hacen. Y a las mujeres que como yo necesitamos tener nuestro mundo laboral paralelo al de ser mamá, les digo que extraño mi trabajo y no veo la hora de volver a empezar.

Espero poco a poco recuperar mi esencia y dejar mi cara de “mamá” para volver a ser “Paula, la mamá, la productora, la esposa y la amiga”.

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¿Calidad o cantidad?

La importancia de las tradiciones en familia

Mis amigas dicen que yo hago fiestas para todo, no importa cuantas cosas tenga encima y lo que tenga que hacer, pero siempre celebro y armo plan. ¡Y si es verdad! Pero mi razón no es sólo celebrar por hacer parranda, sino por seguir tradiciones y que mis hijas conozcan lo que para nosotros fue especial desde que estábamos chiquitos.

Y es que las tradiciones familiares y entre amigos, son eventos que a través de los años les va inculcando a nuestros chiquitos orgullo por sus raíces, su cultura y su entorno. Además se convierten en eventos que ellos esperan con alegría cada año y muy probable algo que ellos celebrarán con sus familias en un futuro.

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Esas fechas especiales como Acción de Gracias, Navidad, Velitas (este es una tradición colombiana), el Espíritu de la Navidad, Año Nuevo y demás, son momentos hermosos en familia que generalmente celebramos como lo hicimos desde pequeñitos. Esos días de fiestas y comidas deliciosas llegan llenos de recuerdos, olores y sabores que nos hacen regresar a momentos felices de nuestra infancia.

Por eso yo sigo las tradiciones y me meto de lleno en el cuento, me encanta ver cuando mis hijas disfrutan y piden que celebremos las fechas que ya para ellas también son tradicionales. Una de las cosas más ricas de las fiestas es la comida. Para incluir a las niñas en la celebración, las invito a preparar algunos de los platos con nosotros. Por ejemplo en Acción de Gracias, son ellas quienes nos ayudan a preparar el pavo con todos los condimentos. Les encanta ponerse sus delantales y manos a la obra para el plato principal de la noche. Este año vamos a usar el Pavo Listo para Hornear de Jennie-O y simplificarnos un poquito en la cocina.

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Para las navidades, los colombianos comemos natilla y buñuelos. Yo hago siempre la natilla en la casa y las niñas me ayudan. No se la comen… pero saben lo que es y les gusta ayudarnos a prepararla. Yo espero que en un futuro la prueben, pero si no, reconocerán el olor y la receta! Eso sí, a la hora de comer buñuelos, están todas listas y en fila para darle el primer mordisco.

Aparte de la comida hay tradiciones que acompañan los días especiales… Nosotros nos levantamos tempranito en Acción de Gracias a ver la parada de Macy’s desde Nueva York. Las niñas se preparan con donuts y juguitos y nosotros con un café calientito para ver los globos y los shows.

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En fin, hay mil cosas que para cada familia son importantes. Detalles y cosas que sólo la familia las entiende y las disfruta. Esos momentos y esas tradiciones son lo que hacen de estas fechas algo muy especial.

Si no lo has hecho aún, empieza costumbres con tus niños y repítelas cada año. Cuéntales por qué eran especiales para ti cuando eras pequeñito y disfruta con ellos la manera como viven la experiencia.

Yo sueño con las comidas de mi mamá y me acuerdo con felicidad como decorábamos el árbol juntas, y quiero que mis niñas tengan esos recuerdos para que siempre tengan una buena razón por la cual regresar!

Así que les comparto la preparación del Pavo que tiene Jennie-O® listo para hornear y sabe delicioso. Es una excelente solución para cocinar sin muy estrés y disfrutar mas de las fiestas.

 

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Family Traditions

My friends say I will make any excuse to throw a party, no matter how many things I’m doing, I always make room to celebrate. Honestly, I think is very true. My reasons for celebrating are not just to throw a party, but to keep traditions alive for my girls! I want them to experience the celebrations I always had growing up.

Traditions are events that we teach our children to follow so they can be proud of their culture and heritage. These events become special days that they wait for and cherish every year. They will most likely celebrate these same traditions with their future families and continue passing on the practices.

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Thanksgiving, Christmas, Candle night (Colombian Holiday,) New Years and other holidays are beautiful moments that we continue to celebrate in the same way as when we were children. These special holidays come filled with wonderful memories, delicious smells, and great food that takes us back to our childhood.

That is why we celebrate traditions and I do my best to plan them for my children. I love when they enjoy traditions so much that they start asking about it well in advance. One of the things I enjoy the most about these celebrations is the food! We include the girls in the cooking and it’s a big deal in our house. They love to help prepare the turkey and baking cookies and pies for desert.

This year we decided to make our lives easier and found an Oven Ready Turkey from Jennie-O®. The process is so much easier and the flavor is delicious. The girls love it!

 

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For the holidays, Colombians eat a traditional desert called natilla. Every year the girls help me make it and even though they don’t always eat it, they recognize the smell and know that is a special traditional special desert for their parents. We also buy buñuelos, a traditional fried bread with cheese pastry that my entire family loves!

Apart from the food, we have traditions that come with every holiday. For Thanksgiving, we all wake up early to watch the Parade in New York while the girls eat donuts and we drink our morning coffee. We enjoy the day cooking and spending time with our family.

There are a lot of special traditions for each family and specific details that individual family members will cherish forever. Those moments are what make the holidays so special.

Start traditions with your family and repeat them every year! Tell your kids why the celebrations are important and make new memories by living the experience through their eyes.

I still dream about my mom’s cooking and have the best memories of decorating the tree together. I want my children to have those memories too! img_3250

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¡Celebrar a mis hijas!

Muchos preguntan que por qué celebro tanto el cumpleaños de mis hijas. La respuesta es muy simple, porque son lo mejor que me ha pasado en la vida y eso hay que celebrarlo. Porque además de eso, la vida es para gozar y pasar rico y qué mejor oportunidad que juntar a los amigos y la familia para celebrar los “milestones” de los hijos.

Yo celebro todos los cumpleaños y no con fiestas de miles de dólares, pero si con fiestas llenas de detalles, de sorpresas y de momentos felices. Para mi no hay mejor oportunidad que los cumpleaños de mis hijas para volverme loca por a Pinterest. En los preparativos se me brota la vena artística y saco a relucir mis talentos de recicladora, pintora, entro otros. Amo cortar papelitos, letreritos y stickers a las 11 de la noche cuando todos en mi casa están dormidos, menos el gato que siempre me acompaña. De fondo se oye uno de los shows de E! Entertainment Television y en la mesa, además de las tijeras, tengo una buena copa de vino siempre llena.

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Disfruto enormemente la felicidad de mis hijas cuando ven las tarjetas de invitación, la emoción de entregarlas a cada uno de sus amigos y lo que se sueñan y ansían sus fiestas. Me encanta verles las caras cuando estoy en el proceso de crear las piezas de decoración, los juegos y todo lo que conlleva hacer una fiesta inolvidable. Nos gozamos juntas el proceso y eso lo hace mucho más especial.

No hay nada que me llene más que ver a mis niñas felices y el día de sus cumpleaños es como si el universo parara por un ratico para celebrar el momento que ellas llegaron a mi mundo. Nada más rico que cantarles mil veces ese día y verlas con la sonrisa de oreja a oreja mientras se les llena el pecho de orgullo por ser las homenajeadas.

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Aclaro que las fiestas de mis hijas son lo que en Miami se conocería como “low budget” o fiesta de bajo perfil, pero ¡eso es lo de menos! Yo me creo Martha Stewart armando mi mesita de postres y gozo tomando fotos del proceso. Compro comida fácil de llevar y me preocupo más porque los niños estén bien, comidos y felices que por lo que piensen o hagan los adultos.

Reconozco que siempre me quedo con ganas de invitar más gente, pero he aprendido que los invitados más importantes son los amigos de mis hijas, no mis amigos, ni mis compromisos. Al fin y al cabo la fiesta es de ellas y son las que tienen que estar con los que más quieren.
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Sé que mis hijas se crecen más rápido de lo que puedo imaginarme y será tema del pasado armar fiestas llenas de muñequitos, dulces y juegos. No me queda más que disfrutarme este presente de cuentos de hadas y animales que hablan y cantan al ritmo de las mejores canciones de RMB.

Finalmente nos quedan álbumes y videos llenos de recuerdos hermosos para compartir con ellas toda la vida. Así que a gozarnos las fiestas y crear buenos recuerdos. ¡La vida es la mejor oportunidad para gozarnos que estamos vivos, hay que disfrutarla al máximo!

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¡Tiempo para darle a mis hijas!

Creo que todas las mamás del mundo tenemos el dilema de como dedicarles tiempos a los hijos. Y aunque soy una mamá muy presente, siempre he pensado que es mucho más importante la calidad que la cantidad.

Pero mi dilema ahora va más allá de cuanto tiempo tengo para mis hijas en general. Mi gran inquietud es como les doy tiempo de calidad, a cada una de las tres. Poder reservar un espacio y un buen tiempo a tener actividades one on one con cada una de ellas.

Tengo una amiga que todos los años, desde que su hijo mayor tiene uso de razón, hace un viaje sola con él. Una semana de “mamá e hijo” en algún lugar del planeta. Y desde que la conozco y me cuenta de sus viajes y todo lo maravilloso que es, creo q es una súper idea. Me encantaría poder hacerlo, pero mi realidad es que tengo tres hijas y que no tenemos familia cerca para ayudarnos a hacer esas escapaditas.

Lo que me ha pasado es que cuando he logrado volarme con una, al llegar a la casa, siempre están los reclamos de la otra. También me ha pasado que mientras estoy “disfrutando” el tiempo con una sola, ella me reclama por qué no trajimos a su hermanita. Habiendo dicho esto, la idea de individualizar el tiempo con cada hija, es todo un arte que todavía no he podido perfeccionar.

Haciendo mi mayor esfuerzo y después de muchas conversaciones en familia, decidimos que un día al mes el papá se lleva a una y yo me llevo a la otra para hacer algo que cada una quiera. Hasta ahora, nos ha funcionado muy bien, y tanto ellas como nosotros gozamos de ese espacio. Es definitivamente un ratico para conocerlas mucho más y poder enterarnos de sus expectativas y oír sus historias.
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En un par de años les contaré como hicimos para dividirnos entre las tres, todavía mi cabeza no me da para pensar hasta allá. Por ahora disfrutaré las idas a cine y noches de sushi con Isa; las tardes de helado y las idas a la peluquería con Sabri; y finalmente, las siestas, no muy comunes, en los fines de semana con Micaela.
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Estos espacios me permiten disfrutarlas y conocerlas, mientras me enamoro cada vez más y me gozo este cuento de ser mamá.
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Tener 3 hijas

Una pregunta bastante común en estos días es ¿qué se siente ser mamá de 3? Y con el corazón en la mano y muchas ganas de compartir esta aventura, les contaré lo maravilloso y lo complicado que es.

Yo soy hija única, crecí sin hermanos y sin primitos, por lo que siempre soñé con tener una familia grande. Después de tener a mi primera hija, estaba segura que quería tener otro bebé y sin dudas ni miedos, buscamos a mi pequeña Sabrina.

La vida con 2 hijas fue maravillosa pues las niñas se aman, se acompañan y aunque tienen las peleas normales entre hermanas, son inseparables. Verlas crecer y compartir se convirtió en lo más lindo de nuestras vidas, aunque en mi siempre existía esa espinita de “que rico otro bebé…”. Pero la vida, el trabajo y el vivir en un país lejos de nuestras familias me hacía poner los pies en la tierra y cerrar el tema cada que trataba de abrirlo. Para mi sorpresa, la vida tenía otros planes, pues esa espinita se convirtió en una enorme e inesperada sorpresa cuando nos enteramos del embarazo número 3.

Digamos que fueron 9 meses de sentimientos encontrados sobre la llegada de un nuevo bebé. Yo pensaba en cómo me multiplicaría a la hora de dormirlas, cómo organizaría mis horarios de amamantar un bebé mientras llevaba a las niñas al colegio, el trabajo, el colegio, la comida… Mientras mi marido pensaba en las futuras peleas por la ventana del carro, en que ya no podríamos viajar a 1 solo cuarto de hotel, que no cabríamos en una sola fila del avión y demás locuras cotidianas, que a mi realmente no se me pasaban por la cabeza.

El día que nació Micaela y la tuvimos en los brazos se abrió una luz de claridad y felicidad en nuestras vidas. Honestamente sentí que me mandaron un regalo del cielo, todas las dudas se comenzaron a disipar y los miedos pasaron a ser parte del pasado.

¡No es para nada fácil tener 3 hijas! Ha sido un año de locura y adaptación. No es fácil dividirse y tratar de darle tiempo por separado a cada una de mis hijas. Créanme que hay una hora del día en que todas quieren a la mamá al mismo tiempo y para cosas totalmente diferentes. Ha sido un gran reto lograr darles el tiempo individual a cada una sin perder la cordura.

Durante este año he aprendido a respirar más profundo que antes, a dejar la ropa sucia más tiempo, a lavar los platos cuando se pueda y a mantener mi casa como el lugar donde disfrutamos y vivimos en familia, no como una sala de exhibición para publicarla en una revista. La vida con 3 hijas me ha enseñado que hay que tener rutinas establecidas, pero siempre con un espacio para ser libres. Y finalmente todos los retos que hemos tenido, los hemos superado y con la mayor recompensa, ver a mis hijas felices.

A punto de celebrar el primer cumpleaños de mi bebé, creo que hemos superado las noches en vela, las alimentadas cada 3 horas y los celos de las hermanitas. Ya tengo una cara más relajada, mis ojeras están empezando a aclararse y estoy recuperando mi energía. Estoy también llegando al final de la lactancia, y aunque considero que ya es justo y necesario para ambas, es cerrar un ciclo de lo que considero ha sido una de las cosas más hermosas que he hecho en mi vida. Ahora sí, se me acabaron los bebés y con esta realidad, el corazón se me pone chiquito.

Ahora empezaremos una nueva etapa en esta familia de 5, y poco a poco disfrutaremos de más locuras, obstáculos y momentos lindos. Al final de cuentas esa vida loca con 3 hijas y un marido hermoso no puede ser más que emocionante y llena de cosas lindas. Fácil no creo que sea, pero acá estaré aprendiendo y compartiendo con ustedes lo que es ser mama de 3 niñas.

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La incapacidad para una mamá como yo