¡Celebrar a mis hijas!

Muchos preguntan que por qué celebro tanto el cumpleaños de mis hijas. La respuesta es muy simple, porque son lo mejor que me ha pasado en la vida y eso hay que celebrarlo. Porque además de eso, la vida es para gozar y pasar rico y qué mejor oportunidad que juntar a los amigos y la familia para celebrar los “milestones” de los hijos.

Yo celebro todos los cumpleaños y no con fiestas de miles de dólares, pero si con fiestas llenas de detalles, de sorpresas y de momentos felices. Para mi no hay mejor oportunidad que los cumpleaños de mis hijas para volverme loca por a Pinterest. En los preparativos se me brota la vena artística y saco a relucir mis talentos de recicladora, pintora, entro otros. Amo cortar papelitos, letreritos y stickers a las 11 de la noche cuando todos en mi casa están dormidos, menos el gato que siempre me acompaña. De fondo se oye uno de los shows de E! Entertainment Television y en la mesa, además de las tijeras, tengo una buena copa de vino siempre llena.

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Disfruto enormemente la felicidad de mis hijas cuando ven las tarjetas de invitación, la emoción de entregarlas a cada uno de sus amigos y lo que se sueñan y ansían sus fiestas. Me encanta verles las caras cuando estoy en el proceso de crear las piezas de decoración, los juegos y todo lo que conlleva hacer una fiesta inolvidable. Nos gozamos juntas el proceso y eso lo hace mucho más especial.

No hay nada que me llene más que ver a mis niñas felices y el día de sus cumpleaños es como si el universo parara por un ratico para celebrar el momento que ellas llegaron a mi mundo. Nada más rico que cantarles mil veces ese día y verlas con la sonrisa de oreja a oreja mientras se les llena el pecho de orgullo por ser las homenajeadas.

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Aclaro que las fiestas de mis hijas son lo que en Miami se conocería como “low budget” o fiesta de bajo perfil, pero ¡eso es lo de menos! Yo me creo Martha Stewart armando mi mesita de postres y gozo tomando fotos del proceso. Compro comida fácil de llevar y me preocupo más porque los niños estén bien, comidos y felices que por lo que piensen o hagan los adultos.

Reconozco que siempre me quedo con ganas de invitar más gente, pero he aprendido que los invitados más importantes son los amigos de mis hijas, no mis amigos, ni mis compromisos. Al fin y al cabo la fiesta es de ellas y son las que tienen que estar con los que más quieren.
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Sé que mis hijas se crecen más rápido de lo que puedo imaginarme y será tema del pasado armar fiestas llenas de muñequitos, dulces y juegos. No me queda más que disfrutarme este presente de cuentos de hadas y animales que hablan y cantan al ritmo de las mejores canciones de RMB.

Finalmente nos quedan álbumes y videos llenos de recuerdos hermosos para compartir con ellas toda la vida. Así que a gozarnos las fiestas y crear buenos recuerdos. ¡La vida es la mejor oportunidad para gozarnos que estamos vivos, hay que disfrutarla al máximo!

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¡Tiempo para darle a mis hijas!

Creo que todas las mamás del mundo tenemos el dilema de como dedicarles tiempos a los hijos. Y aunque soy una mamá muy presente, siempre he pensado que es mucho más importante la calidad que la cantidad.

Pero mi dilema ahora va más allá de cuanto tiempo tengo para mis hijas en general. Mi gran inquietud es como les doy tiempo de calidad, a cada una de las tres. Poder reservar un espacio y un buen tiempo a tener actividades one on one con cada una de ellas.

Tengo una amiga que todos los años, desde que su hijo mayor tiene uso de razón, hace un viaje sola con él. Una semana de “mamá e hijo” en algún lugar del planeta. Y desde que la conozco y me cuenta de sus viajes y todo lo maravilloso que es, creo q es una súper idea. Me encantaría poder hacerlo, pero mi realidad es que tengo tres hijas y que no tenemos familia cerca para ayudarnos a hacer esas escapaditas.

Lo que me ha pasado es que cuando he logrado volarme con una, al llegar a la casa, siempre están los reclamos de la otra. También me ha pasado que mientras estoy “disfrutando” el tiempo con una sola, ella me reclama por qué no trajimos a su hermanita. Habiendo dicho esto, la idea de individualizar el tiempo con cada hija, es todo un arte que todavía no he podido perfeccionar.

Haciendo mi mayor esfuerzo y después de muchas conversaciones en familia, decidimos que un día al mes el papá se lleva a una y yo me llevo a la otra para hacer algo que cada una quiera. Hasta ahora, nos ha funcionado muy bien, y tanto ellas como nosotros gozamos de ese espacio. Es definitivamente un ratico para conocerlas mucho más y poder enterarnos de sus expectativas y oír sus historias.
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En un par de años les contaré como hicimos para dividirnos entre las tres, todavía mi cabeza no me da para pensar hasta allá. Por ahora disfrutaré las idas a cine y noches de sushi con Isa; las tardes de helado y las idas a la peluquería con Sabri; y finalmente, las siestas, no muy comunes, en los fines de semana con Micaela.
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Estos espacios me permiten disfrutarlas y conocerlas, mientras me enamoro cada vez más y me gozo este cuento de ser mamá.
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Tener 3 hijas

Una pregunta bastante común en estos días es ¿qué se siente ser mamá de 3? Y con el corazón en la mano y muchas ganas de compartir esta aventura, les contaré lo maravilloso y lo complicado que es.

Yo soy hija única, crecí sin hermanos y sin primitos, por lo que siempre soñé con tener una familia grande. Después de tener a mi primera hija, estaba segura que quería tener otro bebé y sin dudas ni miedos, buscamos a mi pequeña Sabrina.

La vida con 2 hijas fue maravillosa pues las niñas se aman, se acompañan y aunque tienen las peleas normales entre hermanas, son inseparables. Verlas crecer y compartir se convirtió en lo más lindo de nuestras vidas, aunque en mi siempre existía esa espinita de “que rico otro bebé…”. Pero la vida, el trabajo y el vivir en un país lejos de nuestras familias me hacía poner los pies en la tierra y cerrar el tema cada que trataba de abrirlo. Para mi sorpresa, la vida tenía otros planes, pues esa espinita se convirtió en una enorme e inesperada sorpresa cuando nos enteramos del embarazo número 3.

Digamos que fueron 9 meses de sentimientos encontrados sobre la llegada de un nuevo bebé. Yo pensaba en cómo me multiplicaría a la hora de dormirlas, cómo organizaría mis horarios de amamantar un bebé mientras llevaba a las niñas al colegio, el trabajo, el colegio, la comida… Mientras mi marido pensaba en las futuras peleas por la ventana del carro, en que ya no podríamos viajar a 1 solo cuarto de hotel, que no cabríamos en una sola fila del avión y demás locuras cotidianas, que a mi realmente no se me pasaban por la cabeza.

El día que nació Micaela y la tuvimos en los brazos se abrió una luz de claridad y felicidad en nuestras vidas. Honestamente sentí que me mandaron un regalo del cielo, todas las dudas se comenzaron a disipar y los miedos pasaron a ser parte del pasado.

¡No es para nada fácil tener 3 hijas! Ha sido un año de locura y adaptación. No es fácil dividirse y tratar de darle tiempo por separado a cada una de mis hijas. Créanme que hay una hora del día en que todas quieren a la mamá al mismo tiempo y para cosas totalmente diferentes. Ha sido un gran reto lograr darles el tiempo individual a cada una sin perder la cordura.

Durante este año he aprendido a respirar más profundo que antes, a dejar la ropa sucia más tiempo, a lavar los platos cuando se pueda y a mantener mi casa como el lugar donde disfrutamos y vivimos en familia, no como una sala de exhibición para publicarla en una revista. La vida con 3 hijas me ha enseñado que hay que tener rutinas establecidas, pero siempre con un espacio para ser libres. Y finalmente todos los retos que hemos tenido, los hemos superado y con la mayor recompensa, ver a mis hijas felices.

A punto de celebrar el primer cumpleaños de mi bebé, creo que hemos superado las noches en vela, las alimentadas cada 3 horas y los celos de las hermanitas. Ya tengo una cara más relajada, mis ojeras están empezando a aclararse y estoy recuperando mi energía. Estoy también llegando al final de la lactancia, y aunque considero que ya es justo y necesario para ambas, es cerrar un ciclo de lo que considero ha sido una de las cosas más hermosas que he hecho en mi vida. Ahora sí, se me acabaron los bebés y con esta realidad, el corazón se me pone chiquito.

Ahora empezaremos una nueva etapa en esta familia de 5, y poco a poco disfrutaremos de más locuras, obstáculos y momentos lindos. Al final de cuentas esa vida loca con 3 hijas y un marido hermoso no puede ser más que emocionante y llena de cosas lindas. Fácil no creo que sea, pero acá estaré aprendiendo y compartiendo con ustedes lo que es ser mama de 3 niñas.

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La incapacidad para una mamá como yo