Ser mamá en un universo de “perfección”

Ser mamá es una de las realidades más imperfectas que conozco. Una cosa es la percepción de las mujeres antes de tener hijos y otra cosa es la realidad cuando te conviertes en mamá. Yo me considero una de esas mamás que disfruta de la realidad, se ríe y llora de las locuras propias de la maternidad. Mis días son un corre-corre constante y me cuestiono muchas veces si lo estoy haciendo bien. Con tantas responsabilidades y expectativas de la maternidad, la gran mayoría de las mamás sufrimos de un sentimiento constante de culpa. Muchas veces me siento “mala madre”, aunque mis hijas me elogien constantemente con la frase “you are the best mom ever” (eres la mejor mamá siempre). Y es que ese perfeccionismo maternal no me deja en paz nunca.

Me comparo constantemente con esas mamás que aparentan tener todo bajo control. Muero de ganas de verme como las mamás de la Televisión o las de las revistas cuando dejan los niños en el colegio, pero básicamente vivo en plan de sobrevivencia y de maquillarme en los semáforos cuando puedo. Esto mientras cantamos, repasamos las palabras de la semana o los logros de cada una.

Me gustaría gritar menos, jugar más y hacer loncheras 100% saludables. Esto sin mencionar lo mucho que quiero que las reglas se cumplan sin tener que pelear y poder ser mucho más relajada. Y puedo asegurar que no soy la única mamá que se siente vigilada y juzgada por no ser perfecta y no tener una vida impecable, honestamente no creo que existan este tipo de mamás pero la realidad que vemos en Social Media es otra.

Soy una mamá absolutamente dedicada a mis hijas. Vivo, respiro y me ingenio todo tipo de maromas para lograr hacerlo todo, pero es inevitable equivocarme. Cuando grito, qué por supuesto lo hago, me siento horrible y no hay nada que me gustaría más que poder devolver el tiempo y reaccionar mejor. Para lograr lo que necesito muchas veces les ofrezco dulces a mis hijas, no me siento mal con esto, y realmente me funciona. El iPad es una herramienta que me ayuda en momentos donde no me dan ni las manos, ni la cabeza. Y para terminar de medio describir mi maternidad “perfecta”, muchas veces compro comida rápida para evitarme la cocinada y poder sentarme a jugar con ellas.

Después de confesar mis locuras e imperfecciones, puedo asegurarles que todo lo que hago es con y para mis hijas. Y como una gallina sin cabeza, organizo calendarios y mi trabajo para no perderme nada de ellas. Mi motivación es el amor inmenso que siento por ellas y mi objetivo es pasar más tiempo de calidad y no de cantidad.

Siendo realistas, nunca sabremos el resultado de nuestra maternidad hasta que los niños crezcan, así que mientras tanto hago lo mejor que puedo. Las invito a que nos juzguemos menos y nos apoyemos más. #mamásfelicesniñosfelices

El Ejemplo para nuestros hijos

Hace rato que quería escribir sobre el ejemplo que somos para nuestros hijos, pero me faltaban las palabras para poderlo mostrar desde mi experiencia personal.

Además, quería que fuese un post, que aunque seas o no mamá, puedas relacionarte. Al fin y al cabo somos el ejemplo de los niños que están en nuestras vidas.

Supe lo que quería escribir cuando la mamá de una de mis mejores amigas me preguntó si entendía ahora todo lo que nuestras madres habían hecho por nosotras.  Hoy con el corazón lleno de orgullo, pensé que la respuesta tendría que ser publicada en mi blog. Quiero compartirles el gran ejemplo que fue, es y seguirá siendo mi mamá para mi y el ejemplo que me gustaría llegar a ser para mis hijas.

La historia de mi mamá es mas complicada que la de una mamá o una abuela normal. Es una historia de orgullo desde el punto de vista mío como hija, pero también, es una historia de mucha perseverancia y amor por la vida.

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Mi mamá, además de ser una mujer muy activa cuando yo estaba chiquita, estuvo siempre muy presente en mi vida, se involucraba en todo lo relacionado con mi colegio y con mis amigos. Creo honestamente que tuve una súper mamá, y que ha sido para mi el ejemplo de mamá que quiero y trato de ser todos los días para mis hijas. Pero esta historia no es de cuando yo estaba “chiquita”, sino de cuando cumplí 20 años y mi vida, como la había conocido hasta entonces, cambió para siempre.

El 6 de enero del 2003, recibí una llamada que cambio mi vida. “Paula tu mamá sufrió un derrame cerebral grave y esta muy delicada en la clínica”, me acuerdo que dejé de sentir los pies, me caí en la mitad del pasillo de la Universidad y lloré por varias horas seguidas. Sin saber ni entender realmente la magnitud de lo que había pasado, agarré 3 mudas de ropa y arranque en un avión para Colombia.

Al llegar a Medellín con los ojos hinchados y el corazón roto, me encontré que ese famoso derrame cerebral me dejó una mamá a medias. Una mamá con la mitad de su cuerpo paralizado y lo más grave, o difícil, fue que me dejo una mamá que perdió el habla. Desde ese momento no sé lo que es tener una conversación con ella, oír un consejo suyo, una palabra de aliento, o uno de sus regaños, que sin saberlo, ahora  me hacen tanta falta

Sin embargo, ese mismo derrame, me regaló el ejemplo más grande de mi vida, pues desde hace ya 12 años mi mamá no deja de sorprenderme y enseñarme lo que es el amor por la vida. Esa mamá a medias aprendió a caminar con su piernita tiesa, a cepillarse su pelo, maquillarse hermosa y vestirse lindo con la mano que le quedo buena. Esa mamá superó las expectativas de los médicos y aprendió a tararear las canciones que más le gustan, a bailar, a arreglar su casa como si nunca hubiese tenido nada, y lo mejor, a jugar con sus 3 nietas.

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Ella pasó de ser la Margarita que todos conocíamos a ser “Nini”, pues es lo que sabe decir con sus pocas palabras. Y esa “Nini”, como la llamamos ahora, cortesía de su nieta mayor, es un ejemplo enorme para mi y mis hijas.

A pesar de que perdió gran parte de su salud, su cuerpo y su habla, mi mamá no ha dejado de vivir y disfrutar la vida desde ese 6 de enero. Ella me ha enseñado que Dios no nos pone en el camino algo que no podemos soportar y que por más dura que sea la vida, siempre hay más razones para sonreír que para llorar. Por esto y mucho más ella es mi ejemplo a seguir, no solo como mamá, sino como mujer y ser humano.

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Así que cuando pienso en el ejemplo que quiero dar a mis chiquitas, siempre tengo en cuenta que me gusta ser una mamá positiva. Quiero que mis hijas crezcan y vean en mi una mujer que a pesar de las situaciones difíciles de la vida, siempre trata de poner una cara positiva ante los momentos difíciles. Quiero ser una mamá presente, con la que puedan compartir momentos de alegría y disfrutar las cosas sencillas de la vida. Quiero ser una mamá que con “verraquera” les ayude a enfrentar los retos de la vida, pero que al final siempre sepan que todo pasa para enseñarnos grandes lecciones.

Y cierro este post tan personal, invitándolas a todas a que siempre vean el lado positivo de la vida. Estamos aquí para disfrutarla, y como mamás, tenemos la oportunidad de volver a revivir historias en los ojos de nuestros niños. Es el momento perfecto para sacarle el mayor provecho a la vida y a cada momento. Démosle a nuestros hijos el ejemplo de las personas que queremos que ellos sean, recordemos que ellos son nuestro espejo.

 

Me Convertí en “Esa Mamá”

Hoy más que nunca me siento un poco vulnerable ante mi imagen, no solo como mujer, sino como mamá. Y es que toda la vida me dije a mi misma que haría todo lo posible por no verme como una “mamá”. Pero como dicen por ahí “el que escupe para arriba, le cae en la cara”. Y hoy, mirándome en el espejo del carro mientras trataba de taparme las ojeras en el parqueadero del colegio de mis hijas, me vi. Y me vi cansada, con cara de loca, con más arrugas de las que creí tener y, aunque quería negármelo a mi misma, me vi con cara de “mamá”. Y no es que las mamás sean feas, ni locas, cuando digo “cara de mamá” me refiero a que se me nota que tengo hijos, aunque no este con ellos.

Así, en una mañana cualquiera, he decido compartir con ustedes lo fácil que perdí mi identidad al convertirme exclusivamente en mamá. Y aclaro, no me había sentido nunca así en los 7 años que llevo siendo mamá, pero hoy por primera vez siento que no soy yo.

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Amo ser mamá, pero también amo ser otras cosas. Me gusta verme bien, tener el pelo lindo, oler rico, vestirme bonita, ponerme tacones y usar carteras. Esa soy yo. Pero hoy en el espejo del carro vi unas ojeras que me llegan al cuello, unas arrugas que ya no se tapan ni con el pelo ni con el maquillaje. La ropa un poco descuadrada, sin tacones, solo flats para poder correr detrás de mis hijas. Ya no hay cartera, pues es más conveniente llevar todo en la pañalera de la bebé. Y lo que solía ser mi súper camioneta es ahora una minivan.

Creo que al convertirme en mamá de tres niñas he ido enloqueciendo poco a poco. Y no precisamente por culpa de ellas. Yo pasé del extremo de trabajar demasiado cuando nació Sabrina, mi segunda hija, a estar en la casa 24/7 desde que nació Micaela, mi tercera hija. Creo que ahí me desequilibre, pues el sentimiento de culpa de haber tenido que trabajar tanto cuando nació mi segunda hija me llevó a querer “recuperar todo el tiempo perdido” cuando nació la tercera.

Y sin poder encontrar un balance entre el mundo laboral y la maternidad, me fui perdiendo en la difícil tarea de ser solo mamá. En el momento que paré de trabajar y decidí tomarme un año para estar en mi casa y disfrutarme a mis hijas, no sabía la falta que me haría mi vida laboral. Sí, así mismo, lo confieso, creo que al perder esa parte de mi, he ido perdiendo gran parte de mi identidad.

Soy, y siempre he sido, una mamá presente. No me he perdido de nada, pero siempre había estado trabajando, produciendo, aprendiendo, corriendo, viviendo mis dos mundos paralelos y disfrutándolos mucho. Y aunque habían momentos de extremo cansancio y frustración, creo que tenía lo mejor de los dos mundos: mis hijas, que las disfrutaba y corría por estar con ellas, haciendo maromas para estar en sus cosas del colegio y demás; pero también tenía mi locura laboral, a mis colegas, a las amigas de la oficina, el cafecito en los corredores llenos de chismes y la fuerza de hacer magia en video para TV e internet.

Hoy, paso los días arreglando la casa, que por más que haga, siempre está sucia, pendiente de los pañales y las compotas, de las tareas y las presentaciones del colegio. Me convertí en productora de mi hogar. Me la paso haciendo calendarios y presupuestos de la casa como si tuviera que presentarlos en la junta semanal de la oficina. Ahora hacer un simple proyecto sobre el habitat para mi hija de 7 años se ha convertido en la mega producción de la semana. Y el evento más importante es el matrimonio de la Q y la U en la clase de mi hija de 4 años. Y así, sucesivamente mi vida se ha convertido en la vida de mis chiquitas.

Mientras sigo tratando de disimular las ojeras y las arrugas en mi minivan, sin que se noten mucho los 9 meses que llevo sin dormir una noche completa, llego a la conclusión de que para ser la mamá que quiero ser, necesito ser más yo.

Creo honestamente que soy mejor mamá, persona y mujer cuando puedo hacer el trabajo que me apasiona y logro alejarme un poco de la casa. Mi carrera, mis amigas y el resto de mi mundo son, al igual que mis hijas, fundamentales para mi felicidad.

Dicho esto, me quito el sombrero ante las stay at home moms y sobretodo las mamás que hacen home school, pues son unas verracas. Las admiro no solo por lo que hacen sino por el amor y la paciencia con la que lo hacen. Y a las mujeres que como yo necesitamos tener nuestro mundo laboral paralelo al de ser mamá, les digo que extraño mi trabajo y no veo la hora de volver a empezar.

Espero poco a poco recuperar mi esencia y dejar mi cara de “mamá” para volver a ser “Paula, la mamá, la productora, la esposa y la amiga”.

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¿Teta o tetero?

Una charla sobre las opiniones entre la lactancia y la formula. Dos opiniones diferentes, pero un común respeto sobre la opinión opuesta. Una invitación para que las mamás se unan y apoyen a pesar de sus diferentes opiniones sobre la manera de alimentar a su bebé.

¿Calidad o cantidad?

Mujeres que admiro

No sé si les ha pasado que a veces nos quejamos y nos frustramos por bobadas que pasan todos lo días, a mí me pasa y muy seguido. De un momento a otro veo a una mamá que maneja situaciones complicadas de una manera que me dejan con la boca abierta y con ganas de no quejarme más y mejor agradecer lo “fácil” que la tengo. Esto me pasa bastante y me ayuda a manejar situaciones complicadas de otra manera. Si hay algo de lo que estoy agradecida en este camino de la maternidad, es estar rodeada de mujeres que admiro y que de una u otra manera me dan ejemplo para no quejarme tanto y herramientas para hacer las cosas diferentes.

Hoy quiero contarles de varias mamás que admiro enormemente. Algunas son esas grandes amigas que me regalaron mis hijas, otras son amigas de siempre y otras sin ser mis amigas, son parte de mi día a día. A ellas, quienes me inspiran y me dan ejemplo sin necesidad de decirme mucho, quiero destacarlas hoy en un post para que terminemos inspiradas todas.

Belinda

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Uno de mis miedos más grandes ha sido perder a mi esposo. David no solo es el amor de mi vida, sino que es mi bastón, mi compañero y mi guía. Juntos somos un equipo y gracias a eso es que creo que mi familia funciona. A principios de este año me tocó vivir muy de cerca la muerte repentina del esposo de una de mis amigas. Belinda, una mujer hermosa con 2 hijas de 7 y 5 años, perdió a su esposo de casi 17 años de un día para otro. Ver como ella se quedó sin al amor de su vida y sus hijas, amigas de mis niñas, sin su papá, fue uno de los dolores ajenos más grandes que he presenciado. Ni las palabras, ni la compañía eran suficientes para sacarlas de la tristeza en esa mañana de enero cuando Belinda me dijo “lo perdimos”. Sin embargo, una situación tan dolorosa sirvió para unir a varias mujeres que hoy somos más que amigas, nos convertimos en familia. A Isa y Fía, como les decimos a sus hijas, nunca les ha faltado amor y compañía. Entre todas las amigas de Beli nos hemos turnado para apoyarlas, ayudarlas y acompañarlas.

 

Belinda nos ha demostrado que Dios nos pone este tipo de pruebas para hacernos más fuertes. Ella se ha organizado de una manera admirable e increíble, ha encontrado un balance entre el tiempo que pasa con sus hijas, el trabajo y el deporte que tanto le gusta. A pesar de su perdida y su dolor ella sigue trabajando en su sueño de abrir una compañía para ayudar a que más jóvenes puedan tener acceso a una universidad y a alcanzar sus metas. Belinda hace parte hoy en día del comité de educación del Miami Dade County y no descuida a sus hijas ni un segundo. Ella, con sus acciones, les demuestra a esas chiquitas que nada es imposible y que Dios es bueno. A ella la respeto y cada día aprendo de su actitud frente a la vida, es una loca admirable.

 

Daniela

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Uno de los momentos más locos de mis días y a veces el causante del estrés, es el corre corre de las mañanas cuando necesitamos alistarnos a tiempo todos y llegar al colegio puntuales, y créanme, que aunque tengo la situación “bajo control”, muchas veces me vuelvo un ocho bañando, vistiendo, peinando y alimentando a mis 3 hijas. Uno de esos días de mucho voleo y después de haber dejado las niñas a tiempo en el colegio, vi en la entrada del colegio a una mamá que me dejó con la boca abierta y sin ganas de quejarme de mi situación. Daniela estaba bajándose del carro en medio de la lluvia con toda la calma del mundo, ayudando a sus cuatrillizos, sí cuatro hijos, poniéndoles sus mochilas y asegurándose de que estaban listos para su día, mientras ayudaba también a Salma, una de sus hijas que tiene problemas motores, con su caminador. Todo esto en medio de una paz, una tranquilidad, un amor y una belleza increíble y admirable, no hubo necesidad de gritos, ni miradas feas, Daniela tenía la situación bajo control. Yo solo logré observarla, con los ojos y la boca abierta desde el stop del frente, sin evitar pensar los retos que puede tener esta mujer cada mañana. A Daniela la admiro por su capacidad para enfrentar la discapacidad de su hija, por haber seguido con su vida y sus sueños, por su dedicación y amor por sus #mis4fantásticos.

 

Cecilia

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Otra de mis amigas, quien una vez fue mi jefa y mentora al empezar mi carrera en TV, es hoy en día un ejemplo enorme no solo para mí, pero para muchos. Se llama Cecilia Elizalde, una ecuatoriana de mi edad, llena de cualidades y con una familia hermosa. Ceci y yo quedamos embarazadas al mismo tiempo, ella con Valentina y yo con Sabrina. Durante el embarazo hicimos yoga prenatal juntas, compartimos anécdotas y las niñas nacieron con solo unos días de diferencia. Unas pocas semanas después de tener a Sabri en la casa, recibí un email de Cecilia y Juan Fernando, su esposo. Valentina había llegado al mundo, y aunque estaba perfectamente sana y preciosa, había nacido con un cromosoma de más. Valen había nacido con síndrome de Down y sus papás lo descubrieron en el momento de su nacimiento. Se podrán imaginar el shock y la mezcla de emociones. En el email me contaban lo que había pasado y me explicaban que estaban aprendiendo y entendiendo sobre ese cromosoma especial con el que había llegado su bebé.

Desde ese día Ceci no ha dejado de sorprenderme y Valentina de inspirarme. Su vida ha sido un regalo hermoso para su familia y el resto de personas que los rodeamos. Valen y sus papás han hecho una campaña mundial para educarnos sobre esta condición y mostrarnos lo normal y lejos que puede llegar una persona con este síndrome. En sus 5 años de vida Valenha superado barreras que muchos creerían imposible, ha sido modelo de ropa, ha hecho catálogos para almacenes como Wal-Mart, ha salido en la portada de la revista People y ha tenido entrevistas en medios muy importantes alrededor del mundo. Y lo que en algún momento fue miedo y llanto, hoy es orgullo y ayuda para muchas otras personas. ¡Ellas me inspiran enormemente!

Como ellas 3 hay muchas mujeres que han podido sobrellevar situaciones muy difíciles y hoy son un ejemplo de vida. Ellas volvieron a luchar por sus sueños, siguen sus vidas a pesar de las dificultades y dejan un ejemplo positivo y hermoso para sus hijas, quienes el día de mañana seguro se sentirán orgullosas de sus mamás.

Así que, aprendamos de ellas y convirtamos las situaciones malucas en algo positivo. Busquemos siempre el mejor camino para alegrar los momentos grises. Y acuérdense que “después del huracán sale el arcoíris”. #pensamientospositivos #accionespositivas #ellassonmiejemplo

 

 

La importancia de las tradiciones en familia

Mis amigas dicen que yo hago fiestas para todo, no importa cuantas cosas tenga encima y lo que tenga que hacer, pero siempre celebro y armo plan. ¡Y si es verdad! Pero mi razón no es sólo celebrar por hacer parranda, sino por seguir tradiciones y que mis hijas conozcan lo que para nosotros fue especial desde que estábamos chiquitos.

Y es que las tradiciones familiares y entre amigos, son eventos que a través de los años les va inculcando a nuestros chiquitos orgullo por sus raíces, su cultura y su entorno. Además se convierten en eventos que ellos esperan con alegría cada año y muy probable algo que ellos celebrarán con sus familias en un futuro.

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Esas fechas especiales como Acción de Gracias, Navidad, Velitas (este es una tradición colombiana), el Espíritu de la Navidad, Año Nuevo y demás, son momentos hermosos en familia que generalmente celebramos como lo hicimos desde pequeñitos. Esos días de fiestas y comidas deliciosas llegan llenos de recuerdos, olores y sabores que nos hacen regresar a momentos felices de nuestra infancia.

Por eso yo sigo las tradiciones y me meto de lleno en el cuento, me encanta ver cuando mis hijas disfrutan y piden que celebremos las fechas que ya para ellas también son tradicionales. Una de las cosas más ricas de las fiestas es la comida. Para incluir a las niñas en la celebración, las invito a preparar algunos de los platos con nosotros. Por ejemplo en Acción de Gracias, son ellas quienes nos ayudan a preparar el pavo con todos los condimentos. Les encanta ponerse sus delantales y manos a la obra para el plato principal de la noche. Este año vamos a usar el Pavo Listo para Hornear de Jennie-O y simplificarnos un poquito en la cocina.

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Para las navidades, los colombianos comemos natilla y buñuelos. Yo hago siempre la natilla en la casa y las niñas me ayudan. No se la comen… pero saben lo que es y les gusta ayudarnos a prepararla. Yo espero que en un futuro la prueben, pero si no, reconocerán el olor y la receta! Eso sí, a la hora de comer buñuelos, están todas listas y en fila para darle el primer mordisco.

Aparte de la comida hay tradiciones que acompañan los días especiales… Nosotros nos levantamos tempranito en Acción de Gracias a ver la parada de Macy’s desde Nueva York. Las niñas se preparan con donuts y juguitos y nosotros con un café calientito para ver los globos y los shows.

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En fin, hay mil cosas que para cada familia son importantes. Detalles y cosas que sólo la familia las entiende y las disfruta. Esos momentos y esas tradiciones son lo que hacen de estas fechas algo muy especial.

Si no lo has hecho aún, empieza costumbres con tus niños y repítelas cada año. Cuéntales por qué eran especiales para ti cuando eras pequeñito y disfruta con ellos la manera como viven la experiencia.

Yo sueño con las comidas de mi mamá y me acuerdo con felicidad como decorábamos el árbol juntas, y quiero que mis niñas tengan esos recuerdos para que siempre tengan una buena razón por la cual regresar!

Así que les comparto la preparación del Pavo que tiene Jennie-O® listo para hornear y sabe delicioso. Es una excelente solución para cocinar sin muy estrés y disfrutar mas de las fiestas.

 

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Family Traditions

My friends say I will make any excuse to throw a party, no matter how many things I’m doing, I always make room to celebrate. Honestly, I think is very true. My reasons for celebrating are not just to throw a party, but to keep traditions alive for my girls! I want them to experience the celebrations I always had growing up.

Traditions are events that we teach our children to follow so they can be proud of their culture and heritage. These events become special days that they wait for and cherish every year. They will most likely celebrate these same traditions with their future families and continue passing on the practices.

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Thanksgiving, Christmas, Candle night (Colombian Holiday,) New Years and other holidays are beautiful moments that we continue to celebrate in the same way as when we were children. These special holidays come filled with wonderful memories, delicious smells, and great food that takes us back to our childhood.

That is why we celebrate traditions and I do my best to plan them for my children. I love when they enjoy traditions so much that they start asking about it well in advance. One of the things I enjoy the most about these celebrations is the food! We include the girls in the cooking and it’s a big deal in our house. They love to help prepare the turkey and baking cookies and pies for desert.

This year we decided to make our lives easier and found an Oven Ready Turkey from Jennie-O®. The process is so much easier and the flavor is delicious. The girls love it!

 

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For the holidays, Colombians eat a traditional desert called natilla. Every year the girls help me make it and even though they don’t always eat it, they recognize the smell and know that is a special traditional special desert for their parents. We also buy buñuelos, a traditional fried bread with cheese pastry that my entire family loves!

Apart from the food, we have traditions that come with every holiday. For Thanksgiving, we all wake up early to watch the Parade in New York while the girls eat donuts and we drink our morning coffee. We enjoy the day cooking and spending time with our family.

There are a lot of special traditions for each family and specific details that individual family members will cherish forever. Those moments are what make the holidays so special.

Start traditions with your family and repeat them every year! Tell your kids why the celebrations are important and make new memories by living the experience through their eyes.

I still dream about my mom’s cooking and have the best memories of decorating the tree together. I want my children to have those memories too! img_3250

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¡Celebrar a mis hijas!

Muchos preguntan que por qué celebro tanto el cumpleaños de mis hijas. La respuesta es muy simple, porque son lo mejor que me ha pasado en la vida y eso hay que celebrarlo. Porque además de eso, la vida es para gozar y pasar rico y qué mejor oportunidad que juntar a los amigos y la familia para celebrar los “milestones” de los hijos.

Yo celebro todos los cumpleaños y no con fiestas de miles de dólares, pero si con fiestas llenas de detalles, de sorpresas y de momentos felices. Para mi no hay mejor oportunidad que los cumpleaños de mis hijas para volverme loca por a Pinterest. En los preparativos se me brota la vena artística y saco a relucir mis talentos de recicladora, pintora, entro otros. Amo cortar papelitos, letreritos y stickers a las 11 de la noche cuando todos en mi casa están dormidos, menos el gato que siempre me acompaña. De fondo se oye uno de los shows de E! Entertainment Television y en la mesa, además de las tijeras, tengo una buena copa de vino siempre llena.

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Disfruto enormemente la felicidad de mis hijas cuando ven las tarjetas de invitación, la emoción de entregarlas a cada uno de sus amigos y lo que se sueñan y ansían sus fiestas. Me encanta verles las caras cuando estoy en el proceso de crear las piezas de decoración, los juegos y todo lo que conlleva hacer una fiesta inolvidable. Nos gozamos juntas el proceso y eso lo hace mucho más especial.

No hay nada que me llene más que ver a mis niñas felices y el día de sus cumpleaños es como si el universo parara por un ratico para celebrar el momento que ellas llegaron a mi mundo. Nada más rico que cantarles mil veces ese día y verlas con la sonrisa de oreja a oreja mientras se les llena el pecho de orgullo por ser las homenajeadas.

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Aclaro que las fiestas de mis hijas son lo que en Miami se conocería como “low budget” o fiesta de bajo perfil, pero ¡eso es lo de menos! Yo me creo Martha Stewart armando mi mesita de postres y gozo tomando fotos del proceso. Compro comida fácil de llevar y me preocupo más porque los niños estén bien, comidos y felices que por lo que piensen o hagan los adultos.

Reconozco que siempre me quedo con ganas de invitar más gente, pero he aprendido que los invitados más importantes son los amigos de mis hijas, no mis amigos, ni mis compromisos. Al fin y al cabo la fiesta es de ellas y son las que tienen que estar con los que más quieren.
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Sé que mis hijas se crecen más rápido de lo que puedo imaginarme y será tema del pasado armar fiestas llenas de muñequitos, dulces y juegos. No me queda más que disfrutarme este presente de cuentos de hadas y animales que hablan y cantan al ritmo de las mejores canciones de RMB.

Finalmente nos quedan álbumes y videos llenos de recuerdos hermosos para compartir con ellas toda la vida. Así que a gozarnos las fiestas y crear buenos recuerdos. ¡La vida es la mejor oportunidad para gozarnos que estamos vivos, hay que disfrutarla al máximo!

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